Con el pasar
del tiempo,
uno se acostumbra
a esta figura,
(hasta llegar
a quererla…)
Cuerpo que sostiene
cincuenta años
erguido sobre estos pies.
Puedo perdonar este mirar,
que ya se nubla
ante las palabras,
(el tiempo ya pesa
lo que tanto observó).
Me río de mis debilidades,
de mi falta de memoria,
(aún recuerdo cuánto
es dos más dos…)
A veces, me doblego
con el viento,
y con el mismo impulso
me vuelvo a erigir.
Uno se acostumbra
a sosegarse
con lo que venga,
a reírse
de lo que no puede eludir.
Pero no dejaré
que el tiempo olvide
por qué late
este corazón…
Taté GR
1 septiembre 2016
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