¡Cómo llueve la lluvia!
Dejar empaparnos
los ojos, los labios
los pies y las manos,
y recordarnos
qué suave es la piel.
Jugar
como niños en los charcos,
pringarnos de barro,
volver a llover…
Como si no importara
el miedo a los rayos,
el estruendo causado
el oscuro anochecer.
Llover,
¿y después qué…?
La esperanza
del arcoiris
latir en el pecho…
Taté GR
25 octubre 2016
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