Acepto
la fragilidad
de ciertos días,
donde el quebrar
no significa
la batalla rendida...
Acepto
el tropiezo,
la desolación,
pero no
las ganas perdidas...
Acepto
el malhumor
como enfado propio,
que se va ,
con un respiro,
y sigo con dos...
Acepto
el sudor en las manos,
donde todo resbala
al terminar de escribir...
Pero no acepto
que me quiten las ganas,
porque lo que acepto
lo asumo yo...
Taté
07/10/2015
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