Nací
en una casa vieja,
con un estrecho pasillo,
donde la luz entraba
por todas las ventanas.
Con techos altos,
donde la inocencia
creía alcanzarlo
si se ponía de puntillas.
Con olor a infancia,
llenas de primaveras,
donde aún recuerdo
los aromas, las esencias,
la algarabía de unos niños,
la alegría de la abuela...
Porque
las casas viejas,
tienen largos pasillos,
donde correr sin desfallecer,
donde los juegos vuelven
a los viejos, niños
y en esto el tiempo
no tiene nada que ver...
Taté
03/10/2015
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