Me negaron la destreza
del oído para la música,
de no entrar a tiempo,
de salirme de tono,
de soltar unas notas
sin afinidad…
El solfear me daba risa
con redondas y negritas,
colocarlas entre líneas,
prefería dibujar.
No fue para mí
la magia de las cuerdas,
los dedos no acompañan
en su dulce deslizar.
Aun soñé
las manos en un piano,
nunca tuve espacio
donde despertar con él.
Siento la magia
de la música
en las entrañas,
y tan sólo sé bailar
letras en un papel…
Taté GR
14 jul. 16
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