Caminemos, caminemos.
Bajo las sombras
de nuestros dedos.
Es tan largo el camino
que dejaron los viejos,
que no se divisan
sus mejores consejos.
¡Y hay tanto rastrojo
que apartar del sendero…!
Ya nos duelen los pies,
y no hemos andado
tres palmos del suelo.
Caminemos, caminemos.
Es cuestión de no anclarnos
en la rutina del tiempo,
en la tierra estéril
donde no crecen los sueños.
Ya no hay vuelta de hoja,
ya queda duro el regreso.
Al final del camino
sabrá que volvemos,
a otro lugar,
a otro comienzo…
Taté GR
11 junio 2016
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