En qué tierra
sembraron su infancia,
qué oscuridad
no dio luz a sus ojos...
Como cualquier niño,
pudieron
con la lobreguez del tiempo,
abrieron sus ojos,
corrieron por las áridas tierras,
recogían rastrojos
y, seguían jugando...
Veían lágrimas verter
por el agrietado rostro
de sus madres,
sólo sus diminutas manos
podían secar sus llantos,
ser su consuelo,
ser su pañuelo,
ser sus quebrantos.
No necesitaban pensar
y,ellos,
seguían jugando.
Apenas tenían miedo,
porque sus miedos
no eran los mismos miedos
que los adultos
fueron sembrando.
Algún día,
llegarán a viejos
sin dejar de cantar
el mismo canto.
Ese que les invitaban
a seguir jugando
sembraron su infancia,
qué oscuridad
no dio luz a sus ojos...
Como cualquier niño,
pudieron
con la lobreguez del tiempo,
abrieron sus ojos,
corrieron por las áridas tierras,
recogían rastrojos
y, seguían jugando...
Veían lágrimas verter
por el agrietado rostro
de sus madres,
sólo sus diminutas manos
podían secar sus llantos,
ser su consuelo,
ser su pañuelo,
ser sus quebrantos.
No necesitaban pensar
y,ellos,
seguían jugando.
Apenas tenían miedo,
porque sus miedos
no eran los mismos miedos
que los adultos
fueron sembrando.
Algún día,
llegarán a viejos
sin dejar de cantar
el mismo canto.
Ese que les invitaban
a seguir jugando
Taté GR
19 junio 2016
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