Nadie tiene la culpa,
lo sé, lo sabes,
ya no se pueden
ocupar los vacíos
que se dejó en el aire.
Nada es tuyo ni mío,
nada es de nadie.
Ni los pensamientos
que bailan al son
del mismo baile.
Ellos son esa música
que acepté cantarles,
no los odio ni los amo,
sólo que no son de nadie.
Los dejo despacio
para que ellos dancen
por las calles vacías
por los viejos parques
por rotos columpios,
por los toboganes…
No lucho contra ellos
es mucho el desgaste,
sólo los dejo ser
pequeños pájaros
que libres canten...
Taté GR
24 junio 2016
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