Éramos dulzura, inocencia,
ilusión. transparencia,
suspiros de niñas inquietas,
corazones parlantes
de aventuras soñadas,
de ilusiones creídas
se volvieran realidad.
Donde las noches
se volvían eternas
en ese observar
cómo nos llovían estrellas...
Filosofando
en nuestra inocencia
preguntas sin contestar...
¿Pensar, divagar...?
Eso no era lo nuestro,
sólo sentir el momento,
vivir el instante,
fluir en el tiempo.
estar en el juego
y no dejar de jugar...
Éramos dos niñas inquietas
Éramos dos niñas inquietas
en un solo danzar,
dos en un solo alma...
dos en un solo alma...
De Taté a Dunia
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